El libro en Chile en los años 90

La actividad editorial comienza a concentrarse en los libros escolares. También comienza un apoyo serio por parte del estado, pero con resultados muy modestos

Grupos editoriales y edición de textos escolares

Los años noventa destacan por la cada vez mayor participación de capitales extranjeros en la industria editorial del país. Ya a comienzos de la década, los grupos editoriales extranjeros habían logrado una posición expectante en el mercado chileno, como el grupo alemán Bertelsmann , Hachette Livre de Francia, y los consorcios Times Warner y Paramount –Simon and Schuster de Estados Unidos.

En un análisis del tipo de producción de libros en Chile, llama la atención que la industria editorial que opera en la franja del libro escolar (Planeta, Sudamericana, Ariel, Alfaguara, Grijalbo, Ediciones B, Arrayán, Santillana, etc) tiene significación para todo el sector del libro. De partida, es bastante mayor que la que opera en el sector del libro tradicional, de modo que más del 70% de toda la actividad editorial del país corresponde a la producción de textos escolares.

En Chile, a comienzos de los 90 existían 10 empresas: Andrés Bello, Arrayan, Didascalia, Ediciones Pedagógicas Chilenas, Indea, Norma, Salesiana, Santillana, Universitaria y Zig-Zag. Para Arrayán, EPC, Didacalia, Indea, Santillana, Salesiana y Norma, el rubro pedagógico corresponde más del 70% de su actividad, mientras que para el resto, el rubro texto es solo uno entre otros rubros.

Cada una de estas editoriales locales forma parte de una red de filiales o de empresas mixtas, dentro de una modalidad de operación que aprovecha (gracias a la informática y a otros avances tecnológicos) los beneficios de la trasnacionalización de las actividades editoriales.

Los grados de autonomía de las filiales o empresas mixtas con respecto a la casa matriz son –considerando el modelo señalado- variables. En el caso de Arrayán, la filial es autónoma en la gestión editorial y también administrativamente, pero dependiente y sujeta a control en el plano financiero.

Ya hacia 1994, el paisaje editorial se tiñe de la lógica de las modernas industrias culturales. Editorial Universitaria apostó por un mesianismo mercantil en lugar de su misión cultural, pero este esquema de Holding fracasó hacia 1998, lo que la llevó hacia la quiebra.

Este predominio de los grandes conglomerados no se dio solo en la producción textos escolares, sino que también se extendió al resto del mercado del libro. En este sentido destaca el fenómeno de la nueva narrativa chilena impulsado por editorial Planeta. Escritores insignes de este movimiento fueron Alberto Fuguet, Carlos Cerda y Marcela Serrano.

Así, la trasnacionalización del producto libro vino a imponer cada vez una mayor dependencia de la industria editorial internacional en los procesos de producción, circulación y consumo de libros e instaura una cada vez mayor dependencia.

Autoediciones y editoriales de autores chilenos

Ya en este tiempo, se comienza a notar la expansión de un fenómeno; las autoediciones. Ya en 1999, las autoediciones eran el 12% del total de libros editados en el país. De estos títulos, el 70% corresponde a poetas y un porcentaje importante de los autores corresponden a provincias, desde Iquique hasta Chaiten.

Hay que aclarar que las autoediciones son financiadas por los propios interesados. Se empezaron a crear algunos sellos editoriales para atender a este sector, como la editorial Cosmigonon en Concepción, Antiqua, Del Gallo, Rumbos, Platero ediciones, la Trastienda y la Red Internacional del libro en Santiago.

Es de destacar la editorial Lom, creada en 1990, que empezó publicando en 1991 apenas 3 ediciones por año, para llegar al año 2000, a un promedio de 80 títulos anuales, lo que la situa en el año 2000, entre las 5 editoriales mas importantes del país, y sin duda la más significativa en términos de edición de autores chilenos.

Apoyo del gobierno

Llama la atención que ya desde 1969, diversos sectores, como al CORFO, insisten en que el estado debe ser un agente fomentador del libro. Sin embargo, ya en el gobierno de Pinochet, no hubo voluntad política para concretar un proyecto y llevarlo a la práctica. Solo con la llegada de la democracia se plantea apoyar y fomentar el desarrollo de las industrias del libro. Ya en 1993, el Consejo Nacional del libro, creado ese mismo año, distribuyó via un fondo concursable, cerca de dos millones de dólares. Esa suma fue destinada a compras institucionales de libros , apoyo a investigaciones y bibliotecas, fomento a la crítica y campañas pro-lectura.

Títulos editados por año

1992 1010

1993 1306

1994 1566

1995 1554

1996 1972

1997 2093

1998 2382

1999 2555.

Fuente: Registro ISBN Camara Chilena del Libro

A juicio de Bernardo Subercaseaux, la incidencia conjunta de la Ley del Libro, el apoyo Pro-Chile a la exportación, y el incremento de textos donados por el MINEDUC, no se ha podido incidir en más de un 15% de este aumento de títulos al año. Si lo comparamos con el caso colombiano, en que una ley promulgada y puesta en práctica en 1973 que fomentaba la industria nacional del libro, les permitieron pasar de una producción aproximada de 800 títulos anuales a casi 4000, es decir, un aumento de un 500%. También elevo sus exportaciones de 4 millones de dólares a mas de 25 millones de dólares. Tan dramática diferencia con el caso chileno se puede explicar porque en nuestro país la política de estado ha sido más bien una política de mercado asistido, en circunstancias que tanto el cine como el libro requieren políticas de apoyo bastante más decisivas, integrales y focalizadas en la industria nacional.

El Libro en Chile en el Siglo XXI: Creciente Producción, Decreciente Hábito

En los últimos años se ha registrado una constante alza en la producción de material editorial en el país. Así lo señalan las cifras. Sin embargo, todos parecen coincidir en que el hábito de lectura de los chilenos es pobrísimo.


Desde la década del 90 se ha venido dando un sostenido incremento en la industria editorial. El crecimiento aludido se ha podido observar en una serie de hechos: por un lado, a través del mercado con la instalación de nuevas librerías, la inversión de editoriales extranjeras que abrieron casas propias en Chile. Por otra parte, la promulgación de la Ley del Libro y la Lectura que creó el Consejo Nacional del Libro y la Lectura con su correspondiente fondo de recursos concursables , la utilización de nuevos canales de venta, presencia de editoriales chilenas en otros mercados tanto en ferias, misiones comerciales, entre otros, parece contribuir al aumento de la misma.

El mercado del libro creció en los primeros años (entre 1989 y 1997) según estimaciones del sector a tasas cercanas al 10%. Esto, en paralelo, también permitió el crecimiento de la actividad ilegal, observando altos índices de piratería.

Luis Felipe Figueroa, director de la editorial Usach, al ser consultado por estas cifras señalo:”Las reglas del juego han sido las mismas desde la dictadura, solo se cambio la regla de la libertad de expresión, que permitió una mayor libertad de adquisiciones, pero eso no significa que la lectura haya aumentado”. Su opinión contrasta con la del ex-integrante del Consejo del Libro y La Lectura, Hernán Miranda que tiene una visión mas mesurada al ser consultado por las mismas estadísticas “Yo creo que sí y me gustaría indicar los datos de consulta de biblioteca. Entonces, si ha habido un avance, aunque no significativo”.

Según cifras oficiales entregadas por La Cámara Chilena del Libro la producción editorial dentro del país ha tenido un constante aumento. Así, entre 1995 y el año 2005 se duplicó la cantidad de títulos publicados. (de 1556 a 3565 títulos)

Hábitos de lectura: Preocupantes cifras

A pesar de las auspiciosas cifras que muestran un sostenido avance en la producción editorial, los hábitos de lectura son un aspecto preocupante, ya que hay una opinión casi generalizada de que en Chile no se lee. Al respecto, el periodista Hernán Miranda señala “En general, yo diría que el hábito de lectura es débil y se nota Por ejemplo en el caso de autores bastante conocidos, la tirada, la edición no es muy grande, y no es muy grande porque no hay muchos lectores. Entonces porque no hay lectores? Hay varias razones: la gente no lee porque no tiene la costumbre de hacerlo en segundo caso se dan también razones económicas –para colmo los libros son caros-.” Y agrega “Así este factor es importante pero no determinante, ya que el tema del hábito es fundamental”

Este planteamiento lo refrendan algunos estudios que se han realizado en el último tiempo.


Una encuesta nacional de lectura y consumo de libros hecha en 1999 realizada en conjunto por la Cámara Chilena del Libro A.G. y el Instituto Nacional de Estadísticas – INE. Con el patrocinio y financiamiento del Consejo Nacional de Libro y la Lectura, aportó conclusiones significativas:

  • El 43% de los encuestados no lee habitualmente
  • Las relaciones establecidas entre las variables edad, situación ocupacional y lectura, permiten sugerir que la lectura en Chile tiene un componente de funcionalidad importante: es decir, la conducta lectora se desarrollaría en función de objetivos externos impuestos, más que por mera recreación u otras razones.
  • Sólo el 8,3% de la población compró un libro en los últimos tres meses.
  • Casi el 25 % de los hogares no poseen libros.
  • El 27% de los hogares tiene entre uno y 20 libros, y en ellos el 88% de los jefes de hogar tiene 12 años de escolaridad o menos.
  • Se observa que, como es de suponer, la cantidad de libros por hogar aumenta a medida que sube el nivel de escolaridad del jefe de hogar, sin embargo, el 10% de los hogares cuyo jefe tiene al menos 12 años de estudios indica no poseer libros en su casa.
  • El 48% de quienes leyeron libros durante el último año viven en hogares donde existe más de 50 libros.
  • El promedio semanal de lectura es muy bajo, el 51% de los encuestados de dedica menos de 5 horas semanales.
  • El motivo “lectura escolar” es el más importante (sobre el 34%), por lo que se supone presente en hogares con niños en edad escolar o universitaria. Se le une la “actualización profesional” (23,94%).
  • Desde el punto de vista de la comercialización, el comprador de librerías representa a la gran mayoría del mercado demandante, superando el 81%.
  • Del total de compradores, el 4% adquiere libros usados.
  • El 7% de los encuestados, al menos ocasionalmente, fotocopia libros.
  • Un 13,6% de la población solicita préstamo de libros en bibliotecas.

Más recientemente una encuesta realizada por La Tercera en Septiembre del 2007 generó conclusiones similares: el 34% de los encuestados leyó el último libro completo hace más de dos años y sólo el 33% leyó un libro el último mes. La falta de lectura, indica el estudio, se da en mayor medida entre hombres de estratos socioeconómicos bajos y adultos mayores.
Las temáticas preferidas son la historia (47%), novelas románticas (34%), de ciencia ficción (27%), aventuras (27%) y misterio (17%). Es decir, existe un grado de diversidad temática muy bajo en lo que leen los chilenos.

La tarea pendiente: revalorizar el libro como medio cultural

Frente a una situación, en que el libro está cada vez más desprotegido la labor del gobierno es fundamental. De ahi que este, desarrolle una serie de medidas para fomentar el libro.


Ante las nuevas perspectivas, el gran problema para las autoridades es darle una valorización social al libro como un producto mediático que tiene características únicas, que lo diferencian de otros medios, de ahí que el incentivar la lectura resulte una tarea urgente del Chile de hoy.

La Ley del Libro y la Lectura señala como principio fundamental: “El Estado de Chile reconoce en el libro y en la creación literaria instrumentos eficaces e indispensables para el incremento y la transmisión de la cultura, el desarrollo de la identidad nacional y la formación de la juventud.”
“El (la) Ministro(a) de Educación adoptará las medidas necesarias para el cumplimiento de las orientaciones que se señalan en la presente ley, conociendo el aporte de los escritores chilenos y promoviendo la participación de todos los agentes culturales y de los medios de comunicación social”.

Además el gobierno posee diversas instituciones tendientes a resguardar y difundir el patrimonio cultural, como son La Dibam (la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos), y El Consejo Nacional del Libro y la Lectura, encargado de proponer las políticas de desarrollo en su área y asignar los recursos del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, a través de convocatorias anuales a concursos públicos.

Hernán Miranda, como ex integrante de esta entidad, tiene una particular visión: “El organismo ha destinado fondos importantes para el fomento de la lectura, se han hecho talleres para ver la forma de incentivar la lectura. Además se puede considerar la creación de gran cantidad de bibliotecas y otras iniciativas alternativas, incluso atípicas como colocar un carrito con libros en las ferias del libro, o cosas por el estilo.”

No obstante, Miranda es crítico frente a los temas pendientes “Otro debería ser el estímulo de la edición del libro, ahí hay fallas. Por ejemplo el Estado debiera apoyar más, o a través de los medios de comunicación, ya que nadie aparece en la TV aconsejando a la gente que lea. Hace falta ese estímulo.”

EL Maletín Literario: Una iniciativa aislada?

Este programa es pionero en nuestro país, y pretende distribuir el capital del conocimiento de una manera democrática y entregar las herramientas necesarias a los ciudadanos para el acceso al mundo de la lectura. El proyecto Maletín Literario incluirá un diccionario enciclopédico, y 48 libros de literatura de autores nacionales y extranjeros, considerando obras dirigidas a público infantil y a público general.

El programa “Maletín Literario” beneficiará a 400.000 familias de escasos recursos entre el período 2008 y 2010, tal como anunciara la Presidenta de la República en su reciente cuenta anual del 21 de mayo.


Pese a lo interesante de esta iniciativa, el grado de efectividad que poseerá en cuanto a difundir el gusto por la lectura, es una incógnita. Y son muchas las ideas que hay para este tema. Miranda propone lo siguiente “Pienso que habría que hacer un gran movimiento literario, de talleres de lectura porque no basta con poner el libro cerca de la gente. La gente tiene que adquirir una cercanía con el libro. Una novela determinada puede servir de entretenimiento, pero no basta con eso, la lectura debe ser reflexiva para que las personas aprovechen la lectura en el sentido de que significa el libro, que valores tiene, etc. Entonces, esa reflexión se puede encontrar en talleres literarios.”

Los títulos escogidos

1.


Diccionario Enciclopédico

2.

Horacio Quiroga

"Cuentos de la selva"

3.

Edmundo D'Amicis

"Corazón"

4.

Hans Christian Andersen

"Cuentos clásicos para niños"

5.

Andersen, Grimm y Perrault

"Cuentos clásicos"

6.

Angélica Edwards

"Cuentos de Grimm y Perrault"

7.

Hermanos Grimm

"Antología de cuentos"

8.

Hans Christian Andersen

"Antología de cuentos"

9.

Oscar Wilde

"El príncipe feliz y otros cuentos"

10.

Oscar Wilde

"El ruiseñor y la rosa y otros cuentos"

11.

Violeta Diéguez

"Jugando con las palabras"

12.

Gabriel García Márquez

"Cien años de soledad"

13.

Jack London

"El llamado de la selva"

14.

Osvaldo Torres

"Cóndor Mallku"

15.

Adap. José Quidel

"Un niño llamado Pascual Coña"

16.

Francisco Coloane

"Cabo de hornos"

17.

Francisco Coloane

"Antología de cuentos"

18.

Manuel Rojas

"El delincuente y el vaso de leche"

19.

Manuel Rojas

"Hijo de ladrón"

20.

Isabel Allende

"La casa de los espíritus"

21.

Robert Louis Stevenson

"La isla del tesoro"

22.

Antoine de Saint Exupery

"El principito"

23.

Floridor Pérez

"Mitos y leyendas de Chile"

24.

Daniel Defoe

"Robinson Crusoe"

25.

Gabriela Mistral

"Antología de poesía"

26.

Pablo Neruda

"Todo el amor"

27.

Pablo Neruda

"El libro de las preguntas"

28.

Marta Brunet

"Aleluyas para los más chiquitos"

29.

Esopo

"Fábulas"

30.

Graciela Beatriz Cabal

"Tomasito"

31.

Mariana Bravo Walker

"La cocina popular chilena"

32.

Themo Lobos

"Ogú y Mampato"

33.

Goscinny

"Asterix"

34.

Hergé

"Tin Tin"

35.

Dinie Akkerman y Paul Von Loon

"Para atrapar la luna"

36.

Tim Burton

"La melancólica muerte de Chico Ostra"

37.

Tim Burton

"Los dinosaurios"

38.

Cecilia Beuchat

"Atrapalecturas 1"

39.

Violeta Dieguez

"Adivitrabalenguas"

40.


"Libro de Tobías"

41.

Hernán Rivera Letelier

"La reina Isabel cantaba rancheras"

42.

Viktor Frankl

"El hombre en busca del sentido"

43.

Franz Kafka

"La metamorfosis y otros cuentos"

44.

Ernest Hemingway

"Cuentos"

45.

JD Salinger

"El guardián entre el centeno"

46.

María de la Luz Uribe

"Cuentecillos con mote"

47.

Oscar Castro

"Cuentos"

48.

Ana María Pavez y Cosntanza Recart

"Kiwala y la luna"

49.

Marcela Paz

"Papelucho detective"

Hernán Miranda: “Habría que hacer un gran movimiento literario en Chile”


El periodista y poeta, como ex integrante del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, es voz autorizada para hablar de la situación editorial en Chile.

En su opinión, ¿existe un hábito de lectura en los chilenos?

R: Existe poco habito de lectura, o sea, hay sectores que son muy asiduos a la lectura, que son muy aficionados, que son los que se refieren al ámbito cultural.
Por ejemplo en el caso de las bibliotecas públicas, yo supe que ha aumentado bastante la consulta de libros en los últimos años, pero igual uno puede plantear algunas dudas, pero en general, yo diría que el hábito de lectura es débil. En el caso de autores bastante conocidos, la edición no es muy grande, y no es muy grande porque no hay muchos lectores. ¿Por qué no hay lectores?: la gente no lee porque no tiene la costumbre de hacerlo, también hay razones económicas –los libros son caros-- pero el tema del hábito es fundamental. Si a uno algo le interesa lo compra de todas maneras.

¿Usted cree los canales de circulación del libro son los adecuados para llegar a todos los chilenos?

R: Es un problema muy serio, el número de librerías ha disminuido.
Ante esto se han planteado algunos métodos como que el Estado subvencione a las librerías. Es dramático que ciudades importantes no tengan ninguna librería. Lo que existen son híbridos en que se venden desde objetos para el hogar y entremedio una cierta cantidad de libros. Y están las llamadas librerías que son de artículos escolares.

Según un estudio de la Cámara Chilena del Libro, el mercado del libro creció entre 1989 y 1997 al 10%.
¿Se ha traducido esto en cambios en los hábitos de lectura de los chilenos en relación a la situación del libro durante la dictadura?

R: Yo creo que sí y me gustaría indicar los datos de consulta de biblioteca. Entonces, si ha habido un avance, aunque no significativo. Hay sectores medio bajos y bajos, que no tiene contacto con el libro, y a su vez sectores altos en que tampoco se lee. O la gente libros prácticos que tienen que ver es su actividad, pero libros de interés general no se leen.

¿Cómo impactarán las nuevas tecnologías en el consumo de libros en chile?

R: Por un lado cada vez hay más accesos a consulta de libros a través de Internet, incluso se puede bajar material. Y por otro lado quiero señalar que la tecnología audiovisual conspira contra el libro. En cuanto a que las generaciones más jóvenes se han formado en el campo audiovisual más que en el de la lectura. Por ejemplo un adolescente de 14 años dedica gran parte de su tiempo a los videojuegos.

En el largo plazo, usted cree que el libro sucumbirá ante estas tecnologías?

R: Es una vieja discusión, si el libro va desaparecer o no. Hay quienes dicen que el libro tiene una serie de características que no las tiene otros medios. Por ejemplo un libro uno lo puede leer, releer, subrayar. El papel tiene una serie de características que son únicas. Es un tema preocupante…


Existen voces que señalan que bajando los impuestos al libro se fomentará la lectura en Chile, ¿está usted de acuerdo con ese planteamiento? ¿Por qué? ¿que otra medida sería útil?

R: Creo que si los libros bajarán de precio sostenidamente la gente que está interesada en el libro aumentaría su demanda, sin embargo, hay personas que independiente del precio no compran libros porque no poseen el habito. De ahí que el gran tema sea como fomentar el interés por la lectura.


¿Que medida sería útil para gatillar este interés?

R: Pienso que habría que hacer un gran movimiento literario, de talleres de lectura porque no basta con poner el libro cerca de la gente. La gente tiene que adquirir una cercanía con el libro. Una novela determinada puede servir de entretenimiento, pero no basta con eso, la lectura debe ser reflexiva para que las personas aprovechen la lectura en el sentido de que significa el libro, que valores tiene, etc. Estos talleres deberían hacerse en centros de vecinos, en los colegios, en lo sindicatos, etc. En síntesis que la gente lea aprovechando esa lectura, lo que yo llamo una lectura activa, es decir, por ejemplo si un libro trata del siglo XIX que esa lectura vaya acompañada de una reflexión: que pasaba en el siglo XIX, que pensamiento hay detrás de ese libro, que aporte significa y que mundo es el que refleja.

En su opinión, ¿cómo se gatilla un genuino interés por la lectura en la ciudadanía?

R: Hay distintas iniciativas, por ejemplo ahora surgió el Maletín Literario. Es interesante, pero es una más dentro de varias iniciativas que se han hecho. Esta idea de regalar libros a la gente más desposeída algunos la han criticado porque dicen que están personas los venderán. Pero yo creo que a pesar de esa posibilidad, una cantidad de libros quedará y eso para un niño con inquietudes puede ser la oportunidad para interesarse en la literatura. Esa experiencia la puede contar cualquiera, por ejemplo en mi casa había muy pocos libros, pero los que habían me fueron muy significativos.

Considerando el fenómeno de Harry Potter y El Señor de los Anillos, que han sido libros ampliamente difundidos por la piratería ¿cree usted que la piratería ha tenido alguna consecuencia positiva al democratizar el capital cultural?

R: En la medida que la gente lea, yo creo que es positivo. Lo que pasa es que eso se contrapone con otros principios, los derechos de autor. Ahora, en el caso de libros con tal cantidad de difusión la piratería no les quita ni les pone. El problema grave es cuando ocurre esto con libros de poco tiraje, ya que se hace un daño grave al autor. Pero en el caso de Harry Potter que vende millones y millones, no es un relevante.


Umberto Eco refiriéndose al desfase cualitativo-cuantitativo señala lo siguiente”así como el exceso de información se traduce en menos información, existe el peligro de que el exceso de libros se traduzca en un número cada vez menor de libros artística o intelectualmente significativos.” Usted comparte este planteamiento? ¿Por qué?

R: No es lo relevante, ya que solo el hecho de leer algo, por muy insignificante que sea, representa algo positivo.

Luis Felipe Figueroa: “Hoy en día una librería hace lo que quiere, ¿es eso justo?”


La charla con el director de la Editorial Usach, estuvo centrada en la libertad para publicar y vender en Chile, sus pros y sus contras y el impacto de las nuevas tecnologías.


En su opinión, ¿Existe un habito de lectura en los Chilenos?

R: El chileno medio no tiene reconocidamente un hábito de lectura. Existe cierto grado de curiosidad por la lectura y esto se refleja claramente a través del tipo de consumo que hace de este tipo de producto. Si nosotros nos fijamos en la literatura que producen las editoriales universitarias con las cuales nosotros tenemos comunicación directa, el fuerte de la lectura que hay dentro de los libros, son libros esencialmente de consulta. En Chile prácticamente no se detecta el best seller propio, existe como imitación de lo que existe en el mercado de los países vecinos o de los países más grandes que llevan estos best sellers a una gran inversión publicitaria que incita su consumo.

¿Usted cree que los canales de circulación del libro son los adecuados para llegar a todos los chilenos?

R: El problema es que entre los editores y el lector existen medios, uno de ellos son las librerías, a cargo de personas o instituciones cuyo fin es el lucro. Se pierde la fuente misma que gesta la edición, y se transforma en un producto sujeto a las normas del mercado, igual que ir a un supermercado, por eso hay librerías que parecen supermercados. También tenemos distintos precios para un libro en distintas librerías, Toda librería pide, solo por el hecho de dejar nuestros libros en vitrina, más de un 40% de royalty. Por eso es importante que las editoriales tengan sus propias librerías, como nosotros.

Según un estudio de la Cámara Chilena del Libro, el mercado del libro creció entre 1989 y 1997 al 10%.

¿Se ha traducido esto en cambios en los hábitos de lectura de los chilenos en relación a la situación del libro durante la dictadura?

R: No, en un grado muy menor. Las reglas del juego han sido las mismas desde la dictadura, solo se cambio la regla de la libertad de expresión, que permitió una mayor libertad de adquisiciones, pero eso no significa que la lectura haya aumentado. Durante la dictadura todos leían, y leían lo que a la dictadura no le gustaba. Pero eso no se podía encontrar en el mercado, así que se funcionaba por adquisiciones internas, y esos libros no se podían cuantificar. Una de las cosas importantes es que el momento en que más libros se vendieron en el fue en los años 72-73. La circulación de libros era altísima y las ventas también. La gente tenía el poder adquisitivo para comprarlos. Hoy en día una librería hace lo que quiere, que le paso un libro a un 40% de royalty y lo vende al precio que quiere, ¿es eso justo? ¿Acaso eso no atenta contra los derechos de las personas?

¿Cómo impactarán las nuevas tecnologías en el consumo de libros en chile?

R: Creo que las nuevas tecnologías distraerán a las personas en varias areas, en donde logren mucha información rápida de diversa fuente, mucha entretención, mucha curiosidad, pero la lectura coherente, compacta, profunda, juiciosa, compacta, en su veracidad, su alcance, su grado de exactitud, es insustituible en un libro, y eso la gente lo sabe. Quizas la gente que lee lea un poco menos por el tiempo que ocupan en otras cosas, pero no van a reemplazar la lectura en papel por la lectura online.

Podría haber un reemplazo, en el libro magazinesco, pero es imposible que una novela sea reemplazada, porque lo que tu recibes en pantalla no es exactamente lo que aparece en el libro.

Existen voces que señalan que bajando los impuestos al libro, se fomentará la lectura en Chile ¿esta Ud. de acuerdo con ese planteamiento? ¿Por qué? ¿Qué otra medida sería útil?

R: En otras partes eso es bastante reducido. Porque no sacamos nada con reducir el impuesto la libro sino sacamos la ley del precio fijo, porque sino el que queda en libertad de acción es el librero y venderá al precio que quiere. El gran enemigo es justamente la libertad sin límites de vender algo.

En su opinión, ¿cómo se gatilla un genuino interés por la lectura en la ciudadanía?

R: Haciendo más ricas las bibliotecas públicas en su contenido, diversidad, cantidad y confortabilidad para el público. Si cada barrio tuviese una biblioteca, seríamos un país distinto

Considerando el fenómeno de Harry potter y El seños de los anillos ¿Cree ud que el la piratería ha tenido alguna consecuencia positiva al democratizar el capital cultural?

R: Las versiones que llegan de esos libros a Chile no al alcance de la ciudadanía. En el señor de los anillos, no se había leído tanto antes, porque era un libro caro. Pero con el film, ocurre una potenciación de la lectura. La piratería ayudó a la gente a llegar a un producto que era netamente comercial.

Umberto Eco refiriéndose al desfase cualitativo- cuantitavo señala lo siguiente “así como el exceso de información se traduce en menos información, existe el peligro el de que el exceso de libros se traduzca en numero cada vez menor de libros artística o intelectualmente significativos”. Ud está de acuerdo con esta afirmación?

R: Todo depende de la demanda, y para que la gente demande calidad, debe provenir de un sistema educacional que funcione y eso no ocurre en Chile. Habrá demanda, pero las novelas de misterio las que poseen trama, en una sociedad ausente de valores, es un libro de calidad. ¿Qué tanta calidad tiene? O sea, una novela en la que el hombre se para y reflexiona sobre si mismo y se cuestiona su existencia y sus posibilidades de cambio en la sociedad, es un libro profundo, de calidad técnica, frente a una calidad distractiva. La necesidad del hombre depende entonces de su formación.